FEDDF, Federación Española de deportes de personas con Discapacidad Física
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define atletismo como [el conjunto de actividades y normas deportivas que comprenden las pruebas de velocidad, saltos y lanzamientos]. Con esta amplia definición de pruebas deportivas podemos buscar los orígenes del atletismo adaptado en España en el año 1958 con la creación de Hogares Mundet en Cataluña y la creación del espacio denominado “Campo de Santa Rita” donde se incidía en deportes como la natación, el tenis de mesa y el atletismo como herramienta de integración y normalización a la par que método rehabilitador para personas con discapacidad.
Desde ese momento y hasta ahora la situación ha cambiado enormemente y consideramos el atletismo como el deporte rey de Los Juegos Paralímpicos y sus deportistas obtienen reconocido prestigio no sólo a nivel nacional sino internacional. Así pues hemos de considerar que este deporte contiene en sí mismo diferentes especialidades que lo convierte en una de las modalidades más completas del juego deportivo.
Como cualquier deporte, el atletismo adaptado, tiene sus normas y pautas específicas para cada uno de las modalidades deportivas que lo integran pero, además, contiene reglas normalizadoras que igualan las posibilidades de los atletas entre sí, dejando a la superación y el entrenamiento el sobresalir sobre los demás. En este sentido el atletismo se rige por las normas de la IAF y de Atletismo IPC.
Para ello en cada una de los grandes grupos del atletismo: carreras, saltos y lanzamientos existen clases deportivas en las que se encuadran los atletas con parecidas discapacidades que permiten una competición equilibrada, si no perfecta si lo más posible.
Para competir, los atletas utilizan adaptaciones (por ello el sobrenombre de adaptado) que compensan la pérdida de miembros o capacidades de movimiento. Hay adaptaciones de diversos tipos, pero a groso modo, podemos dividirlas en dos grandes grupos (siempre atendiendo a la discapacidad física): adaptaciones para atletas ambulantes (deportistas que mantienen las funciones de uno o dos de sus miembros inferiores) o atletas no ambulantes (deportistas usuarios de sillas de ruedas). Así pues, para el aficionado que concurre a este tipo de eventos deportivos es más fácil distinguir durante sus primeras asistencias que atletas disputan determinadas pruebas.
En las adaptaciones para atletas ambulantes en las pruebas de carreras distinguiremos las que inciden en discapacidades que afectan al tren superior (brazos y manos) y las que afectan al tren inferior (piernas y pies). En el primero de los casos los atletas velocistas suelen usar ataduras para inmovilizar el miembro afectado o prótesis fijas que sirvan para ayudar a mantener el equilibrio durante la carrera y para que problemas como la escoliosis o, incluso, daños vertebrales por excesiva rotación del torso no se produzcan. En los casos de doble amputación de miembros superiores en los que el atleta desee realizar una salida de 4 apoyos se colocaran en la pista “tacos” para apoyar los muñones en la salida de la prueba.
En el caso de amputaciones en los miembros inferiores las prótesis usadas permiten que los deportistas rindan a un alto nivel. Estas prótesis para piernas y pies han evolucionado, al igual que el resto del material usado para la práctica de las diversas modalidades de atletismo, desde la prótesis de madera hasta las modernas de carbono.
Para los atletas en silla de ruedas éstas han evolucionado desde las sillas convencionales “de paseo” hasta las actuales sillas que permiten un mayor rendimiento del esfuerzo del deportistas. Estas sillas, configuradas con una estética de F1, con dos grandes ruedas traseras, un morro afilado que termina en una rueda de menores dimensiones y materiales cada día más ligeros y resistentes cumplen unas sencillas normas: las ruedas traseras no deben superar los 700 mm de diámetro ni la delantera los 500 (incluyendo el neumático ya inflado). La altura desde el suelo al cuerpo de la silla debe ser de 500 mm y cada rueda grande (las impulsoras) debe llevar un aro que permita al atleta propulsar la silla. Cualquier otro medio que sirva para favorecer el impulso está terminantemente prohibido.
Los atletas que opten por las pruebas del grupo de saltos, lógicamente, serán atletas ambulantes y, en caso de necesidad, optaran por las prótesis correspondientes. Las pruebas que se practican son: salto de longitud, triple salto y salto de altura.
Las pruebas de lanzamiento incluyen las convencionales del atletismo con excepción del martillo. Y los proyectiles (jabalina, disco, peso) que se lanzan varían su peso en razón a la clase funcional de los atletas, permitiendo así el correcto manejo del objeto a lanzar. Los atletas de esta modalidad efectuaran sus lanzamientos en dos formas: de pie o sentados. Ello depende de la posibilidad, o no, de mantener el equilibrio durante la ejecución del lanzamiento pero no difieren en lo básico de las técnicas usadas por el resto de los deportistas.
Debemos diferenciar, entre los atletas que efectúan sus lanzamientos de pie, entre los afectados ene los miembros superiores y los que lo son en sus miembros inferiores. Las técnicas de lanzamientos son distintas ya que los primeros no pueden impulsar en el lanzamiento correctamente (ya sea por la falta del miembro que equilibre o por no poder lanzar con el brazo “bueno”) y los segundos no cuentan con el apoyo de suelo necesario y por tanto el lanzamiento no cuenta con la energía cinética que proporciona en empuje contra la base de sustentación del atleta.
En cuanto a los atletas que lanzan sentados, en la actualidad lo hacen desde unas banquetas ancladas al suelo que mediante mecanismos ideados al efecto permiten una mayor estabilidad y evitan, parcialmente, la pérdida de la energía cinética de la que anteriormente habíamos hablado.
En cuanto a las clasificaciones funcionales, aquellas que habíamos dicho igualan a los deportistas entre si y que, en teoría, permiten que sea el esfuerzo y el entrenamiento los que eleven a un deportista a un mejor nivel que a otros, debemos decir que se basan en el principio de movilidad del cuerpo humano y encuadra a los atletas en diversos grados de acción de movimientos.
La denominación de las clases funcionales consta de una letra (para la modalidad deportiva) y un número (para la funcionalidad de movimiento). Así una T51 indica un corredor en silla de ruedas que utiliza los músculos flexores, pero no los extensores, del codo para el arranque de la carrera, que su mano está en contacto con el aro y realiza el esfuerzo con la flexión del codo. Son deportistas con daño a nivel de médula espinal C6. En el otro extremo de este segmento de la clasificación funcional, los T54 utilizan el tronco y su musculatura para tomar curvas, frenar e impulsarse. Como tabla de iniciación a la nomenclatura podemos usar la siguiente:
Corredores en sillas de ruedas: T51, T52, T53 y T54
Corredores a pie: T42, T43, T44, T45 y T46
Lanzamientos en silla: F51, F52, F53, F54, F55, F56 y F57
Saltos y lanzamientos de pie: F40, F42, F43, F44, F45 y F46
En general, y sin entrar en detalles, diremos que en cuanto a discapacidad física las clases 42 a 46 cubren los diferentes niveles de amputaciones y otras discapacidades distintas a las referidas a daños en la médula espinal. La clase F40 y 41 integran a las personas con acondroplasia. Por su parte las clases 51 a 57 engloban las discapacidades asociadas la perdida de movilidad asociada a las lesiones medulares.
Así, esperamos que sirva de referencia básica el siguiente cuadro: